29.9.09

Good night sweet princess. Good night…

Hace días que los blogs que leo guardan silencio.
A veces pasa que no se dice mucho o que no hay mucho qué decir. A mí me pasa que las palabras las tengo apelmazadas en la garganta, cayendo irrefrenablemente por un hueco que se asienta justo a la mitad del cuello. Hoy pensé en el espacio que implica ése imposible agujero. La distancia que medirá su caída, como las dimensiones que tiene su acceso. Es un túnel complicado del que desconozco la meta, o la finalidad, o el inicio. Es sólo un evento que ocurre en la garganta por periodos imprevisibles, que toma desprevenido y que, cuando sorprende, hace que ponga cara de idiota.
A grandes rasgos, vale la pena escribir sobre ese agujero porque es una manera de dialogar con él. Es posible que le esté dando atributos que no le pertenecen, como un halo de voluntad o un misticismo patético. Sin embargo eso es preferible a que permanezca en la impavidez de la garganta y se convierta en aquella fuerza inconmensurable que jala la mandíbula con violencia.

Me gusta hablar del cuerpo. Me gusta pensarlo como una formulación de posibilidades en las que cada una ejerce una ruta impredecible y caótica. Me gusta pensar que los dedos de los pies se desprenden y transitan, como los talones, como los tobillos, como las pantorrillas. Una mujer que se deshace y que pierde las piernas y que se ve en muñones. Pierdo los muslos pierdo las caderas, pierdo mi vientre (que tantos problemas te ha dado, que tantos miedos y tanto dolor), mis costillas se desvanecen, mis senos se hunden, mis brazos se desprenden y flotan, marcando el ritmo lejano, haciendo rizos en el aire que nadie sabe de dónde viene. Todo lo que queda se repliega con lentitud por ese agujero, hasta que no hay forma de saber qué es lo que hay fuera de él. Dónde fue que quedó todo lo que se esfumó de manera maravillosa. Cuándo es que el hueco llegó y dejó que la garganta lo hospedara y jalara por la mandíbula con violencia, Con aquella fuerza terrible que sólo los agujeros que nacen en la garganta tienen y que el silencio de los demás que lo padecen impide que se diagnostique a tiempo.

2 comentarios:

Ireneo Morris dijo...

vaya camarada, ya era hora eh, que esta sequía se había llevado su tiempo. claro, así pasa, de repente parece que a todos se nos agotan las palabritas, y ni las brillantes ni las estúpidas aparecen. méndigas palabras esquivas.
será, ahora veo, que se las lleva el agujero ese que dices, que las levanta al vuelo y las encierra en un sitio oscuro.
abrazos carnalita

Areli dijo...

Hermosa (en verdad cada día estás más guapa). Me voy de por acá. Simplemente ya no me sale nada pa escribir. Prefiero hablar. Y siempre, y por encima de todas las personas, prefiero hablar con usted.
Gracias por haberme leído, y por haberme dado el placer de leerla, seguiré haciéndolo, sólo que ya no podré comentar por acá.
La quiero rete arto, nos vemos allá afuera!!!