16.6.10

Anita entre caníbales

Y por fin. Tras mucho desear, parece que los sueños se cumplen y poco a poco van aflojando. Sin embargo, resulta difícil hacerse una idea clara de lo que debería pasar después del ever after. Anita se sentía verdaderamente orgullosa y pensaba en lo maravilloso que resultarían los días siguientes. Cierto es – y ella es testigo – que el primer sueño que tuve después de mi última gota de energía fue uno de los más descansados que he tenido. El agotamiento imperioso cerró mis ojos y me suspendió fuera de mí, para ver una imagen de mi misma con una sonrisa gatuna, durmiendo.

***

Desde pequeña entendí la importancia de los sueños y el bosque de signos que los configuran. Me gustaba gozar de aquellos en los que veía inmensidades, así como de otros en los que reía mucho y sin parar. Ahora que estoy grande me doy cuenta de que casi siempre sueño en tonos sepias o, incluso, en un contrapunteo blanco y negro. Suelo bromear con la poca tecnología de mi dimensión onírica… pero pronto comprendí que quizás este color era el de los sueños tristes, aquellos que me han acompañado por mucho tiempo. Los sueños, entonces, desde pequeña que era, ya significaban muchos suspiros míos o espasmos mudos. Mis recuerdos vehementes de aquellos en los que me veía rodeada de signos terribles aún provocan gritos hundidos en mi garganta. Aún me aterran y me obligan a sumergirme en lo hondo de mi cama y, apenas, musitar algunas oraciones. Aquellas que siempre me han salvado de los jalones y las amenazas de figuras desconocidas y oscuras. Asimismo, recuerdo que de pequeña una vez la pesadilla fue tan fuerte que corrí a la cama de mis papás a refugiarme debajo del brazo de mi mamá. Ella me dijo que si pensaba en algo que me gustara mucho, el miedo se esfumaría pronto. Así lo hice, pero ahora, mis imágenes bellas se han confundido hasta el absurdo y ya no resulta nada fácil discernir los paradigmas de lo bonito frente a lo terrible como cuando era pequeña. Ya no soy pequeña. Aún me aterran los rostros, las mujeres vestidas de Húngaras que abundan en Zacapu, los manteles de papel picado en el mercado de cuerpos, las cabezas relucientes en los escaparates, los torsos que se levantan de forma misteriosa. Aún les temo mucho y aún me cuesta trabajo comprenderlos.

****

Cuando desperté, en verdad que me faltó sueño. Ya no podía hacer mucho, porque el tren que llevaba mi agenda no paraba y no quedó más que seguirlo al paso atontado y la mirada lagañosa de las primeras horas de la mañana. Pasa a veces que no despierto del todo de esos sueños y confundo mucho la casa, la cama y la recámara en la que me refugié. También pasa que las personas con las que me encuentro y me relaciono, se convierten en algo que no conozco y que, a veces, me resultan agrestes.

Entonces, recuerdo mucho las imágenes de ellos mismos comiendo. No sé porqué me vienen a la cabeza sus bocas moviéndose y luchando por despedazar un trozo de algo.

En seguida me doy cuenta de que duermo aún. Despierto una vez más llena de espanto. Con la cara blanca y las piernas temblando. Y así es que también recuerdo aquellas otras cosas que desde siempre me han sorprendido, como los mazapanes en forma de Santos que comen en algunas partes del país, como los vampiros en su más puro sentido de nosferatus, como la penúltima escena de Fando y Liz, como los cuchillos, como las hachas, como la sangre, como los trozos de algo y las piezas de un cuerpo que se deshace. Me sorprende y aterra mucho la idea de crecer, porque me recuerda que me sorprende la imagen de la muerte

De la muerte que se come a sí misma.

De alguien que come a otro igual a él mismo.

De la serpiente que se come la cola.

De sentirme sola entre caníbales.

4 comentarios:

Natalia dijo...

A mi mi mamá también me decía, cuando tenía pesadillas, que pensara en cosas bonitas... siempre pensaba en árboles o en flores y esas imágenes, afortunadamente, aún aquietan mi alma después de una terrible pesadilla... Te extraño ¿pa' cuándo Toluca? Besos

Natalia dijo...

A mi mi mamá también me decía, cuando tenía pesadillas, que pensara en cosas bonitas... siempre pensaba en árboles o en flores y esas imágenes, afortunadamente, aún aquietan mi alma después de una terrible pesadilla... Te extraño ¿pa' cuándo Toluca? Besos

Anita Iruretagoyena dijo...

¡Nat!

Qué bueno que me visitas. Las mamás siempre tienen consejos lindos y eficaces. Yo, por alguna extraña razón, me imaginaba a un querubín subiendo al cielo mediante el impulso de un globo. ¡¡Qué cosa más cursi!!
Lo de Toluca lo estamos preparando el Pollo y yo, mientras... ¿tienes un cachito estos días?
También te extraño,
Karla

Natalia dijo...

jeje... pues es que estoy en la semana final del semestre en la prepa entons pus... no, la verdad es que el hecho de que esté hasta lomas verdes me parte el queque para moverme a otro lado más allá de azcapo, pero la semana siguiente pue'que esté mejor... :*