27.3.07

Je ne parle pas français


Hoy, mi Lamento y yo nos dimos un descanso. Él comenzó a revisar las notas en el periódico mientras yo preparaba café para ambos. A veces pienso que estamos haciendo buena dupla, cosa que me llena de horror. Él se rasca su oreja derecha, que es alargada y grisácea, mientras lee la sección de deportes. Yo tomo la sección cultural y busco alguna reseña de libros. De pronto, reviso que hay una sección fuera de lo común en donde aparecen esta clase de notas: "Se casa el hombre más peludo del mundo" "¡Niña gana concurso de tenis malolientes!” “Lo sientan junto a un cadáver”. Reparé en esta última: El hecho, que se conoció ayer, ocurrió hace poco entre Nueva Delhi y Londres, en el cual una mujer murió y su cuerpo fue acomodado en un avión junto a un hombre a quien no le avisaron de la situación. La mujer de avanzada edad, que iba con su hija, falleció pocos minutos después del despegue. Según la legislación internacional, no está estipulado que en caso de la muerte de un pasajero se deba regresar y/o suspender el vuelo. Entonces, el comandante ordenó llevarlas a primera clase. El problema era que no había puestos contiguos y debían mantener la reserva. Por lo tanto, a la fallecida la ubicaron junto a un desprevenido pasajero y detrás a la hija. Paul Trinder, de 54 años, un alto ejecutivo de una multinacional, casi ni se percató que a su lado le acomodaron a una mujer anciana, flaquita y que no musitaba palabra. Sorpresa poco agradable Luego de una hora, constató que cada vez que el avión se movía la mujer se balanceaba sin despertarse, hasta que quedó casi por fuera del cinturón de seguridad. Al ver esto, Trinder trató de acomodarla y al ver que no contestaba ni reaccionaba, llamó a la azafata. "Esta mujer acaba de morir. Le pedimos comprensión y discreción, no había otro puesto libre. La hija es esa mujer que está llorando sentada a tres puestos, por favor mantenga la calma", le dijeron. Trinder, impresionado, regresó a su puesto y se comportó con la mayor delicadeza frente a la extraña situación. Al aterrizar, luego de 8 horas y media de vuelo, un carro fúnebre se llevó a la mujer. Por su parte, Trinder se despidió de la tripulación y solamente apunto a pedir el reintegro de las 3 mil libras esterlinas (13 millones de pesos) que había pagado para viajar con la mayor comodidad.

Mi Lamento y yo, que gozamos de humor negro sin precedentes, estallamos en carcajadas y decidimos recortar la nota, para después pegarla en la pared de la alcoba.

2 comentarios:

JWVM dijo...

Murmullos... ¿se puede gritar?...

Me gusta el cambio de las imágenes, va quedando muy bien.

Besos

Anita Iruretagoyena dijo...

No no no.. no se puede gritar!

Gracias gemelo malvado, a ver cuándo me invitas mescal con gajitos de naranja.
Te quiero