17.2.08

Garrincha



Alguno de sus muchos hermanos lo bautizó Garrincha, que es el nombre de un pájaro inútil y feo. Cuando empezó a jugar al fútbol, los médicos le hicieron la cruz: diagnosticaron que nunca llegará a ser un deportista este anormal, ese pobre resto del hambre y la poliomelitis, burro y cojo, con un cerebro infantil, una columna vertebral hecha una S y las dos piernas torcidas para el mismo lado.
Nunca hubo un puntero derecho como él. En el Mundial del 58, fue el mejor en su puesto. En el Mundial del 62, el mejor jugador del campeonato. Pero a lo largo de sus años en las canchas, Garrincha fue más: él fue el hombre que dio más alegría en toda la historia del fútbol.
Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo; la pelota, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha no se dejaba sacar la pelota, niño defendiendo a su mascota, y la pelota y él cometían diabluras que mataban de risa a la gente: él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. En el camino, los rivales se chocaban entre sí, se enredaban las piernas, se mareaban, caían sentados. Garrincha ejercía sus picardías de balandra a la orilla de la cancha, sobre el borde derecho, lejos del centro: criado en los suburbios, en los suburbios jugaba. Jugaba para un club llamado el Botafogo, que significa prendefuego, y ése era él: el Botafogo que encendía los estadios, loco por el aguardiente y por todo lo ardiente e que huía de las concentraciones, escapándose por la ventanas, porque desde los lejanos andurriales lo llamaba alguna pelota que pedía ser jugada alguna música que exigía ser bailada, alguna mujer que quería ser besada.
¿Un ganador? Un perdedor con buena suerte. Y la buena suerte no dura. Bien dicen en Brasil que si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo.
Garrincha murió de su muerte: pobre, borracho y solo.

- Galeano, Eduardo, El fútbol a sol y sombra, México, Siglo XXI editores, 2000, pp. 118-120.

1 comentario:

Ágata Trementina dijo...

Por qué yo no sabía que tenías un blog?, me da gusto ahora verte también por acá lo que lees y lo que escribes. Te quiero mucho y me has hecho reir grandemente con lo de la caja para hacer transformers.
Un beso