18.7.07

El tiempo que dura un viaje por metro

Todos los pensamientos que recorren un segundo dentro del metro convierten aquello en una medida de tiempo inconmensurable. Hay veces en que las miradas de las personas se pierden entre segundo y segundo.Y de un momento a otro, sin menor precaución, se levantan mecánicamente y abandonan el vagón.
Puede ser que por las noches, cuando los pasajeros abandonan los trenes y los trabajadores nocturnos llenan los andenes, que aquellos segundos inconmensurables repten y que su paso deje huellas igual de profundas. Que todo el metro se llene de segundos que destilen pensamientos diciendo cosas entre sí y formen una red inmensa de cuestiones.

Yo pienso que esa red no desaparece y que atrapa al más incauto: la mujer que no sabe llevar todo lo que carga, el hombre que mira los senos de las chicas, la niña que mira algo que nadie ve pero que todos saben que está.

Y los atrapa de forma desalmada.

A veces, sólo esas veces, es cuando siento mucho miedo. Musito a los segundos, que siguen reptando, palabras que ni yo comprendo. Y mis ojos se llenan de lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Karla:
En el mes de febrero de este año escribí algo referente al metro y a lo que me provocaba estar ahí. Te lo transcribo tal cual, para ver si comparto ciertos sentimientos contigo. Además de que creo que en el metro hay siempre una cierta angustia y un retrato de ésta en su forma más descarnada. El desfile de caras de desasosiego o ternura, o cualquier emoción humana es, como tú bien dices, sin medida:
"Hay cosas que no comprendo. Tal vez porque no las veo con claridad. Un viaje en metro, por la ciudad, en sus calles puede ser el recuerdo vivo de un amo, amor que no deja de parir el suelo, hacia él; caprichos de la imaginación, imágenes que rezan ´aquí no hay poesía´ pues estamos más desamparados que la tierra misma. No sé.
El creador sabe todo esto, pero se le alcanza a escapar una risa, producto del olvido.
Ya cumpliré años en una derrota que trato de compartir con palabras que hablan de uno mismo,en parte. Pues uno mismo también es producto de un sueño que también parte del olvido de alguien.
Abiertamente no es expresado ese sueño pues el obstinado Dios debe guardar el silencio, el misterio, lo que no se toca con la razón con la cual nos creó.
Tiene tanta razón como fe en sí mismo, o tiene tanta irracionalidad como las cosas que no se hacen con su razón sino que son producidas por la intemperie, una destapada curiosidad prisionera que es irresponsable, es cubeta mil veces manoseada y nunca aprehendida en su raíz.
La piel es esfera del caos. Nos robamos y así es. ¿Para qué contemplar tal desafío a la naturaleza?"